
Es probable que el sabor que quede en tus labios sea agridulce, así al menos me ocurre a mí, que haber sabido reaccionar te llene de esperanza hacía tí mismo, pero que se entremezcle con el abatimiento por haberte visto en tal escenario, por haberlo creado. Tu decides; coge lo importante, aplaude tu éxito, haberte reconocido en la humildad del ser humano, reconociendo y tratando de rectificar, en la honestidad contigo mismo. O coge lo desagradable, haber creado una situación que no corresponde a tu forma de ser. Yo, aunque no pueda dejar de sentirme abatido, espero ser capaz de valorar lo importante. He fallado, si, pero queda el haber intentado actuar con humildad hacía mi como ser humano, ante tal fallo.
Puede que te encuentres a gente tan maravillosa como la que yo tengo, que te den la oportunidad de parar y replantar la situación. Hay ahí fuera gente maravillosa, irrepetible, cuyo amor al prójimo acaricia cualquier emoción fallida.
Hoy me siento abatido por ello, y por un momento casi idiota, así que es un buen momento -como cualquier otro- para escribir esto:
No hay comentarios:
Publicar un comentario