martes, 10 de septiembre de 2013

A veces ocurre...

A veces ocurre... sientes que no eres dueño de tu Ser.  Que se te escapa entra las llemas de los dedos mientras tu te resistes a ello.  Te parece que ha querido irse tu Ser, y que se va, que te deja sólo y despojado de tí mismo.  No entiendes, no te entiendes.  Es como si una fuerza que rechazas, que no reconoces tuya tomase el control.  Pero esa fuerza está en tí, sigue dentro de tí, eres de algún modo tú.  Entonces de repente te das cuenta de lo que ocurre... se te ocurre improvisar una respuesta rápida, en ese minisegundo de lucidez que te ha llegado.  No temas, puede ser equivocada, pero es el momento, aprovechálo.  Nada es irremediable si tu no deseas que lo sea.

Es probable que el sabor que quede en tus labios sea agridulce, así al menos me ocurre a mí, que haber sabido reaccionar te llene de esperanza hacía tí mismo, pero que se entremezcle con el abatimiento por haberte visto en tal escenario, por haberlo creado.  Tu decides; coge lo importante, aplaude tu éxito, haberte reconocido en la humildad del ser humano, reconociendo y tratando de rectificar, en la honestidad contigo mismo.  O coge lo desagradable, haber creado una situación que no corresponde a tu forma de ser.  Yo, aunque no pueda dejar de sentirme abatido, espero ser capaz de valorar lo importante.  He fallado, si, pero queda el haber intentado actuar con humildad hacía mi como ser humano, ante tal fallo.

Puede que te encuentres a gente tan maravillosa como la que yo tengo, que te den la oportunidad de parar y replantar la situación.  Hay ahí fuera gente maravillosa, irrepetible, cuyo amor al prójimo acaricia cualquier emoción fallida.

Hoy me siento abatido por ello, y por un momento casi idiota, así que es un buen momento -como cualquier otro- para escribir esto:

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