No hay duda, los sentimientos son una bendición. Bien sea la amistad, las emociones, etcétera. Pero tal es nuestro afán por desarollarlos, por
utilizarlos que en ocasiones nos cuesta distinguir, y nos vemos
atrapados en situaciones tóxicas para nosotros. En esas situaciones nos
solemos preguntar muchos "porqués" y tardamos en comprenderlo.
Entonces, para recibir ese calor de unas emociones, etc, ponemos en
el otro lado carácteristicas imaginarias, o que se manifiestan en mucho
menor grado del que creemos, les otorgamos áquellas que nosotros
necesitamos encontrar. Es normal, nadie ha de juzgarnos por ello pues
somos humanos, sólo necesitamos darnos cuenta. Pero pasado un tiempo
empezamos a darnos cuenta que la otra persona no responde a nuestras
expectativas y necesidades. La flor descubre que aquello que le rondaba
no era otra flor. Tan sólo se lo parecía.
Todo se resitúa, la flor descubre que es una flor, y descubre que las cualidades de flor que había otorgado, no son tales, la otra parte no es una flor. ¿Eres capaz de descubir en la foto de arriba que es una flor y que no lo és? ¿Y en la de abajo? ¿Y en tu vida?
Todo se resitúa, la flor descubre que es una flor, y descubre que las cualidades de flor que había otorgado, no son tales, la otra parte no es una flor. ¿Eres capaz de descubir en la foto de arriba que es una flor y que no lo és? ¿Y en la de abajo? ¿Y en tu vida?
Sólo sí tomas conciencia de tu belleza cada vez que te miras al espejo
interior, sabrás distinguir entre aquellos amigos, amores, etcétera, que
son tal, y no en una necesidad de ser rondado. Mirate a tu espejo
interior cada mañana y repite que eres hemosa/o por dentro. Repítelo
cada mañana y entonces lo verás tan claro como en el ejemplo de la flor
que se muestra.
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