Llamaron a mi puerta a diez y media de la noche porque oyeron ruidos. De inmediato pedí disculpas porque a partir de las diez de la noche me parece una buena hora para que algunas personas se acuesten y tengan su merecido descanso. La señora en cuestión insitió en su queja, sospecho que debido a que no podría creerse que fuese tan sencillo pedir a alguien hacer menos ruido y que ese alguien de inmediato pidiese disculpas, sin excusas y aceptando que la hora era muy prudencial para su descanso prometesie que habría menos ruidos a partir de las diez de la noche. Sin discusiones, sin excusas... La señora se percató de la situación en medio de una de sus frases, me dió las gracias y se despidió con un amable "buenas noches".
¿Que ocurrió? Por un lado que estamos inmersos en una sociedad individualista donde no se acostumbra a entender a los demás si no nos conviene, donde para conseguir algo de paz hay que pelear muchas veces con injusta dureza. Que por ello esta señora tenía el chip de la pelea en su cabeza y con él vino a mi casa. Que por otro lado no estará acostumbrada, imagino, a que alguien respete sus necesidades mas allá de los limites legales que se cree que están establecidos entre las doce de la noche y las ocho de la mañana. Que se suele esperar cierta beligerancia y que no solemos estar listos para una disculpa instantánea.
Pero, ¿por que habría yo de ser beligerante si aún siendo antes de las doce, hay una persona que madruga y los ruidos le pueden molestar? ¿Por que iba yo a priorizarme a mí sobre esta persona y sus necesidad? ¿Que ganaría yo con ello cuando me puedo adaptar?
Leí una vez en un libro de inteligencia emocional que una sonrisa amable soluciona mas rápidamente los problemas, que una actitud comprensiva desarma al resto y que es sólo cuestión de tiempo que la persona de enfrente se adapte a tu estado emocional y que con una sonrisa se acabe cualquier problema.
¿Por que iba yo a actuar de otro modo? ¿Por que no todos actuamos así? Seguramente la señora estará temorosa de que no le haga caso y vuelvan los ruidos, porque es como suele ser. Seguramente se lleve una alegría y una valiosa lección de como hablando nos podemos entender todos cuando se de cuenta de que se equivoca.
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