Recuerdo esas noches en las que él conducía hacía Madrid y yo dormía en la parte trasera de áquel Talbot Horizón. Aquellas paradas a las tres o cuatro de la mañana en plena carretera para comer un bocadillo, beber un refresco al lado del coche, y seguir el cámino. No había autopista de aquella. Esa forma en la que me despertaba. Entrar en la ciudad cuando aún no se habían apagado las luces, y entrar en áquel médico. Recuerdo ver sus lágrimas cuando todos creíamos que mi visión se iba. Abrir los ojos y verle a él allí, Recuerdo que siempre ponía el despertador a la hora que yo necesitase para llevarme a los curso que se me antojaban. Que cuando vivía en Madrid y venía de visita el estaba ya a las cinco y pico de la mañana esperándome en la estación de Oviedo (una hora antes de mi llegada). Cuando hablamos de la vida y me aconsejaba, cuando le tenía que pedir que parase de bromear, lo que me habré reído y lo que me reiré. Luchadores como él hay pocos, gente capaz de amar tanto, aunque no siempre lo diga, pero si que lo demuestre.
Y sí, soy afortunado, tengo un padre al que quiero y amo, y ¡que siga siendo así por muchos años!
Recuerdo aquellas noches en la carretera con mi papá, recuerdo a un papá que siempre estuvo ahí, y que ahí sigue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario